Dibuja el paisaje de la sala
rincones de nostalgia.
La ausencia
precipita la mirada
a la vieja vasija del abuelo.
Recuerdo las ásperas manos
que al alzarla
regalaba la plata fría
del manantial cercano.
Aquellas manos dejaron
sobre la piel de arcilla
el coraje de ser,
la soledad del árbol,
los ciclos de la tierra
y su herida de hombre,
el sudor como lluvia
de sementera nueva,
el retorno a la casa
del pan candeal y la palabra sabia.
La noche desdibuja los paisajes,
desarma la luz,
cautiva el tiempo,
y yo
aprieto la vasija contra el pecho
sintiendo la muerte de un latido.