En la herida que dejan los recuerdos
el túnel a New Jersey
se abría deslumbrado
por luces navideñas.
Todo era
claridad y nuevos escenarios.
En el plató de siempre
gentes, cosas, hambre en la mirada
y prisa insatisfecha.
Sólo el hombre conoce
la búsqueda insaciable: felicidad o sueño,
y aquel lugar, luz y sombra,
resurrección y muerte
se demora un instante
y descansa en un lugar de la memoria.
Con voz ronca cantabas
lo que tu viejo abuelo
entonaba al regreso
de la frugal comida
bajo el cielo de Utah.
Te lo robaron todo
menos esa canción
y aquella tierra roja
que la mano del viento
eleva y desparrama
sobre tu piel paciente.
Atravesando nubes
con su caballo al trote
cabalgaba John Wayne
tratando de romper el silencio
de aquel Valle Sagrado
rotundo en la esbeltez
de su paisaje roto.
Y más allá del cénit
en el eterno azul,
el ancestral latido
de los indios navajos
transformaba el Sacred Valley
en una inmensa brasa.
