Con voz ronca cantabas
lo que tu viejo abuelo
entonaba al regreso
de la frugal comida
bajo el cielo de Utah.
Te lo robaron todo
menos esa canción
y aquella tierra roja
que la mano del viento
eleva y desparrama
sobre tu piel paciente.
Atravesando nubes
con su caballo al trote
cabalgaba John Wayne
tratando de romper el silencio
de aquel Valle Sagrado
rotundo en la esbeltez
de su paisaje roto.
Y más allá del cénit
en el eterno azul,
el ancestral latido
de los indios navajos
transformaba el Sacred Valley
en una inmensa brasa.
Maco!!!
ResponEliminaMoltes gràcies!!!
Elimina¡Bonito poema! ¡Felicidades!
ResponElimina¡Muchas gracias!
EliminaInspirador!
ResponEliminaMoltes gràcies!!!
Elimina¡Sugerente!
ResponElimina¡Muchas gracias!
Elimina¡Enhorabuena!
ResponElimina¡Muchas gracias!
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