Contemplar este mar,
beso de sal perpetuo
en tu muro tejido
con mil hilos de piedra.
Mirar con ojos ciegos
el corazón que late
junto al bramido oscuro
del vendaval temido.
Dejar pasar el tiempo
sin la prisa del tiempo,
vaciarse, flotar,
del verde al amarillo,
del azul al azul,
y volver a la orilla,
Vestirnos con la piel
de tus arenas cálidas,
limpiarnos con la lluvia
que dulcemente cae,
y volver a la mar,
para que nos contenga
hasta dejarnos ir
en sus brazos de agua.