dimarts, 11 d’abril del 2023

Apuntes para un instinto

 

                    I

Pertenezco a la tribu del agua,

ella me contiene,

un círculo invisible

                                 estrangula mi cuello,

se despierta el instinto y busca un salvavidas de aire

que le abra los brazos.

 

                     II

Que dolor es medida de silencios

lo aprendí a la sombra del hombre,

mi propia sombra deslumbrada

con el primer olor a sangre.

 

                    III

Fue sal y azúcar

                           la verdad de tu cuerpo,

sus treguas y finales,

su rutina de labios

                                 para huir del vacío,

sus manos que cerraron

                                  poro a poro la espera

mientras se desbocaban palabras y latidos que

                                  el vecino llenaba

con música de Norma.

Fue sal que me persigue

                                  y reseca mis labios,

fue azúcar que mastico

                                  cada vez que te nombro.

 

                          IV

Con la fabulación

                             de la espera en el límite

soy un juglar indolente y perverso

que agota el instinto de existir

en componer versos que nadie lee.

 

                     V

Éramos jóvenes y todas las flores

                                 nos nacían en la piel

y todas las preguntas olían

                                 a respuestas y a rosas.

Ahora, desgajado de ti

-cada paso que doy cierra un lucero-,

me alejo sin sollozo, a oscuras,

por la larga noche que comienza;

de tu recuerdo sufro a cada instante

como el aliento que conforma mi pecho

predispuesto a seguir viviendo

la muerte de tu imagen.

Un tiempo de presencia tuya

transformó la uniforme mañana

en una verdad rebelde

ante el riesgo de amarnos.

¡Fue tan bello el impulso de los labios

y la palabra suave que caía

en expresión irrepetible!

Ahora guarda mi boca

las vibraciones huecas golpeando

el espacio sin eco de la mente,

como cuando soñamos

una angustia impalpable

aprisionando el alma

y despertamos solos

entre cuatro paredes

silenciosamente vacíos

sin respuestas, ni rosas.