Como pequeños dioses ascendían
al tabor que la agencia de viajes
puso como reclamo.
Se mezclaban el rubio americano
con el latino azabache,
los sesentones con los adolescentes,
las cámaras digitales con las filmadoras.
Comenzaba el espectáculo.
Alguien susurró: tus ojos serán mis ojos,
Sunion, cuando yo muera.
Alguien más leía un poema
de Riba en una lágrima,
mientras ajeno y distante
el sol bebía su rutina
en el azul intenso,
sin saber
que el mar
inundará de músicas
la noche a dos
en un cuarto de hotel.
Antología Poemas. OmniaBooks,2022.
Grécia eterna de nou...
ResponEliminaMoltes gràcies!!!!!
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