Y es que todo era signo,
signo violentado de unos dudosos años,
torbellinos de feria,
caballos de cartón con tristes desconchones
y un sol crepuscular muriéndose en los ojos,
bailando en las trompetas y
penetrando osado entre las piernas
pálidas de las hembras danzantes
mientras arriba, como algodón, las nubes
precipitaban blancos en pechos desbocados,
a lo lejos
el silbido y la máquina
la distancia y el miedo
el gris y la renuncia
el tiempo y los mil rostros
el pan y los silencios
los caminos y el humo
tejían la maraña donde el cuerpo sucumbe
para resucitar, dorado de retoños
que retuercen la vida.
Y la vida otra vez, como barca de azogue
que rompiendo el amarre
Se desprende y navega,
volvía a ser aquel mar
que enfebrecido y loco robó el beso primero,
barrió la flor de sangre
y humedeció el lecho de peces y gaviotas.
La playa queda lejos ahora,
pero aún siento un deslumbre de arena
cegándome los ojos,
una tibia humedad
abrazada a mi cuerpo
y la palabra siempre
gritada por las olas
que golpean mi vientre.
Maco!
ResponEliminaMolt bonic!!!
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