Alguien quemó los restos
de un barco a la deriva;
la humareda ocultó
los olivos y almendros
allá en el altozano.
Luego, la chiquillada
jugó con las cenizas,
se disolvió el instante,
y, lejos, las sirenas
ensayaron sus silbos
de campana enlutada.
Todo fue tan intenso,
tan triste y tan hermoso
que el arenal inmenso
enmudeció de pronto.
Se cubrió de alas negras,
golondrinas y flores
rabiosamente nuevas
surgieron como un grito,
para afirmar la vida.
Quién hubiera podido ser entonces, tan sólo,
Unos labios inmensos de manzanas y espuma
-no crecer, no saber, no esperar-,
convertirse en la boca siempre ansiosa y colmada
que deglute ese tiempo, inasible y perverso,
quedar arracimado, hierático y salvaje
defendiendo ese río primario y rumoroso,
tejer y destejer en el umbral perpetuo
bellísimas guirnaldas
con que vestir la luna,
llegar a poseerla cuando fría y cautiva
desvela sus misterios al intruso galán
que ascendió en un ensueño
de mórbidos corceles,
cabalgar en su seno con un potro de fuego
hasta incendiar su vientre
de un pálpito de sangre,
habitarlas de músicas,
anidarla de pájaros,
asirla a una veleta
y perderla en su frío
antes de que amanezca.
¡Muy bonito! ¡Felicidades!
ResponEliminaBonic poema i bonica foto! Enhorabona!
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