dissabte, 25 de març del 2023

Retornarás a Ítaca

 

En el blanco escribías

los nombres, los lugares,

la luna plateando

las redes en Lárnaca,

los oros bizantinos

de un Trodos luminoso.

Vergina, los restos de Filipo,

limoneros en flor,

olivos centenarios,

y ese mar que no cesa.

Decías:

iré a otra tierra

con rumores de azúcar,

malecón de nostalgias,

sal, mojito, palmeras. Trinidad

el beso de la piel

al ardor de la noche

y un silencio de fuego

con Tinajani siempre

al fondo de los ojos.

Iré a otro mar

abrazaré a una diosa

que ofrecerá las rosas

de su jardín de hielo

y un viento de cuchillos

arañará los rostros, Punta Arenas,

Usuahia… No sabes si hay lugar

donde el frío posea

otro reino más grande.

La mirada no olvida

los ojos verde jade

de aquella maya pura

hecha de cobre y luz,

ni Atitlán y sus aguas

-alzado arcoíris

hacia aquellos volcanes

abrazados de viento-,

ni el vuelo de colibrí y Quetzal

ni la ceiba, los glifos, su silencio,

Copán,

pirámides, acrópolis, plazas, templos,

aromas de canela,

pimienta, chicleros

invadiéndolo todo,

un tiempo destruido

en el rostro de un dios

piedra, polvo, olvido.

Como aquellas ruinas

de lo que un día fue

el centro colonial

de un imperio perdido

Antigua

velando el Fuego

un volcán con ropaje esmeralda

y un sueño entre ruinas

de los hombres que aguardan

en su pasar de luces y penumbra

algo hermoso en su vida.

Iré a otra tierra

donde el día

es un parto de luz

que incendia el Machu Picchu

abriendo su corazón de piedra

a otro cielo distinto

donde el espíritu flota

en su humana envoltura.

Buscarás

más allá de océano

que la garúa ciega,

el Yamuna que besa

a un Taj Mahal

prisionero de amor,

amado en las miradas

que indagan la respuesta

en el silencio

del mármol y las rosas.

Del templo del amor

a otro Templo del Cielo,

su blanca desnudez

que la nieve cubrió,

sus oros, sus azules,

sus columnas cual flechas,

los jardines de lotos,

bambúes y sabinas,

que en su quietud

contemplan y acompañan

la muerte

de las últimas rosas del invierno.

Recordarás

la ruta de la seda,

el llanto de las madres

esculpido en la piedra,

Tashkent  y su homenaje

a tantos hijos idos.

Más allá

un ocre que amuralla

con todo su fulgor

los palacios de Jiva,

mezquitas y madrazas

Ichan-Kala y el verdor

de la piedra que muere

en su dulce silencio.

No olvidarás Bujara,

con sus fuentes sagradas,

sus cúpulas, rivales en su azul

con azules de cénit.

Buscarás en la magia

que Samarcanda ofrece

las madrazas que encienden

una fiebre de vida,

unos labios dorados

que queman con su luz

los pasos de los hombres.

Percibirás la fuerza

de los que un día fueron

la gloria y su derrota

en los restos que hablan

en su mudez más bella,

sentirás en sus tumbas

el tiempo y la mirada

muriendo con el día.

Retornarás a Ítaca

con heridas de luna en los cabellos

y el polvo del camino

en tu hondura de ser

hecho vida en tu vida.

10 comentaris: