Querías, buscabas el límite,
era un juego de vida o muerte
por encima del fuego y el humo
sobre las cúpulas crucificadas,
más allá de los cuellos verdosos
donde anidan los signos
que vibran de impaciencia,
necesitabas esa levitación
que la carne amarraba
pudriendo la ansiedad
del ala sensitiva,
el vértigo del tiempo
escapando indomable
a la feliz promesa.
Deseabas fugarte
en la luz de un instante,
sin importarte apenas
el caudal de ternura
de los destinos tuyos.
Arriba el endiosado sino,
hipnotizaba
el sueño o la mentira,
sin asirse a los cientos
de manos encendidas,
y tú, sin luz, sin fin,
enfilabas la senda
descarnando un vacío
ignoto de presagios,
alucinando el último
hálito del cometa.
Del poemario inédito Solo Hombre (1983)
Bonito poema.
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