dissabte, 19 de juny del 2021

Del poemario Ruth

 

Ante un erial

la estéril palabra barbotea

una extraña canción, preconcebida

en la enjuta entraña del viento,

la boca estriada,

bárbaramente abandonada,

se enfrenta a la luz

con su amarga neblina de sombras

y empieza así la andadura,

hacia promesas intuidas

más allá -de los límites intrínsecos-,

donde otras sombras dulcifiquen

la hambrienta soledad de la esperanza.

 

¡Comed!, ¡bebed!

No es extraña la tierra

que adormece el chasquido de la sangre

en los buches repletos,

aunque vuestras placentas

quedasen empaladas en diferentes éteres

comenzando a morir.

 

¡Encelad vuestra piel!

No temáis el brote de la aljuma

al borde de los labios,

ni el temblor de las manos

de amor deshidratadas,

tomad a gritos o en silencio

todo el amor que os quepa

en vuestro hermoso miedo,

porque luego vendrá

tras esa dulce incógnita

una real ausencia

impalpable

sentida e impotente

que os nublará los ojos

sin ojos de la muerte.

 

. . .

 

ME CALZARON LA VIDA

sin saber de andaduras

¡Cómo duelen estos zapatos!

 

...

 

SOBRE LOS TEJADOS

duerme la luz,

un gato abandonado

le araña el rostro.

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