Desgajada de ti
-cada paso que doy, cierra un lucero-
me alejo sin sollozo, a oscuras,
por la larga noche que comienza,
de tu recuerdo sufro
como el aliento que conforma, mi pecho,
a cada instante predispuesto para seguir
viviendo la muerte de tu imagen.
Un tiempo de presencia tuya
transformó la uniforme mañana
en una sola verdad rebelde
ante el riesgo de amarnos.
¡Fue tan bello el impulso de los labios
y la palabra suave que caía
en expresión irrepetible!
Ahora guarda mi boca
las vibraciones huecas golpeando
el espacio sin eco de la mente,
como cuando soñamos
una angustia impalpable
aprisionando el alma
y despertando solos
entre cuatro paredes
silenciosamente vacíos.
Del poemario Jarcia
(Mostra de Poetes Terrassencs, 1986-87)
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