Hoy el viejo pescador
ha llamado a mi puerta.
Por cuatro cuartos ha llenado
la bandeja acerada
de colores profundos;
luego,
ha marchado arrastrando
el ruinoso carretón.
Al girarme
un montoncito de escamas plateadas
me impedían el paso
como un trozo de mar
que hubiese venido a saludarme
como un minúsculo desamparo de muerte.
¡Felicidades, guapísima!
ResponElimina¡Muchas gracias, guapísimo!
EliminaQue bonic!!!
ResponEliminaMoltes gràcies, Tània!!!!!
EliminaInspirador!
ResponEliminaMoltes gràcies, Alícia!!!!!
EliminaEnhorabona!
ResponEliminaMoltes gràcies, terrassistes!!!!!
ResponElimina¡Bonito!
ResponElimina¡Muchas gracias, Martina!
Elimina¡Felicidades!
ResponElimina