dijous, 2 d’abril del 2020

Poemas para una ausencia (II)


II

Otra vez frente a frente
tu verdad, mi verdad
y el silencio de Dios.
En estos días lentos,
doloridos y solos, intento
comprender la tristeza ovillada
de este sueño imposible
que despertó en añicos
¿Por qué temo la noche
desde hace tanto tiempo?...
Qué alivio fuera ahora
tu calor en mis labios
trastocándolo todo,
qué bálsamo a mi alma
dolida de tu ausencia,
pasear de la mano
nuestras sombras al día, donde
en vano creímos tener
siempre la luz de una sola mirada.
Miro los olivares, con ese llanto
gris que la tierra recoge como madre insaciable,
del útero infinito: allí
donde tú esperas, caravanas
de estrellas sacian su sed
de lágrimas, y huyen aterradas
cuando el alba sonríe
en los amaneceres.

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