La vida se incendia en los labios
y nos deja sus ganas de ser en las palabras.
Hay un aliento a verso, amigo, entre las cosas,
una esencial razón
cada vez que pintamos de negro el blanco espacio.
Si conocieras los inviernos, las noches,
las mañanas que clavaron su daga en la memoria
para dejar sangrando las ideas
como lava arrasando, como brasa,
como brasa abriéndose camino
en el tumulto virgen de los sueños,
y luego los recuerdos,
pesados, doloridos, de rojas cicatrices
que agitan amargores
y emergen fantasmales para frenar
el paso imparable de los signos.
A veces amanece
y la mirada encierra estrellas y silencios;
entonces adivinas, feroz, la soledad vestida de sudario
entonces llega el aire,
cuán inútil el aire penetrando en la estancia
tratando de leer palabras y palabras
qué perdidos los vuelos dormidos de los pájaros
por el alba sagrada del pasado
que golpea las sienes inocentes
con viento, otra vez viento,
como en aquellos días por el jardín de acacias
con canciones y corros azules, blancos, rosas,
florales ilusiones de una infancia lenta
pasada con la prisa que los otros ponían
entre libros de texto y frío, sobre todo frío
cuando las torpes manos reseguían esferas,
mundos e inviernos boirosos y escarchados.
Paraules violeta (1995)
Molt maco! Felicitats!
ResponEliminaBonic poema!
ResponElimina¡Bonito!
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