dissabte, 20 de novembre del 2021

La vida en cada labio (II)

Y es que no era tiempo de caricias

sino de madurar privaciones impuestas,

pequeños desahogos y amalgamarlo todo

con la risa y el llanto y el gorrión

y el verdear rabioso del trigo detenido.

 

Después

seguir inventariando sombras,

descubriendo la vida

y el ahogado grito del sexo entre la noche

para no ser feliz, para intentarlo,

para dejar de serlo sólo con la mirada

y tragar por los ojos la ilusión en precario

de la mano en la mano.

 

En los largos veranos, Machado, La Isla del Tesoro,

llenaban de emociones y carrusel de fiesta

la tarde y su letargo;

el campo crepitaba salvajemente amado,

se tronchaban espigas desangrando amapolas,

la mies olía a cuerpo

a sexo fermentado

a levadura agraz

a hombres como panes

a vida chorreando por esquinas de viento

y seguíamos mirando

deglutiendo las horas y grabando

en la piel el fuego candeal,

hasta quedar varados

bajo un mar de negrura

con faros infinitos que nos hacían

guiños de sueños insaciables.

 

Así despuntaban las flores como senos

abríanse los labios como flores

y un vendaval sonoro

rompiendo la envoltura del tatuaje

partía los cipreses trasnochados,

los cerezos vacíos

El dulzor incipiente del ciruelo

como un torrente que acaricia la tierra

y arrastra tras de sí

violetas y rosas antes de ser amadas,

antes de ser del todo expresión poseída.


 

Paraules violeta (1995)

4 comentaris: