Paró el coche junto al camino.
Poco quedaba del mirar de aquel niño
que creyó ser feliz
y ahora intenta adivinar el pasado,
convocar al olvido,
con la otra mirada,
esa que le devuelve a esta vasta quietud
blanca de almendro y soledad.
Volver a recorrer los surcos
que abrió un viejo campesino
roturando la tierra
y retornando de la gleba
un cristo mutilado
que el miedo sepultó.
Sentir el perfume de las rosas, ¡ay las rosas !.
Su belleza arrastrada por la verja caída,
derrotadas y solas,
en las manos del viento.
Nada es igual que entonces.
La casa abandonada guarda rostros
que en el espejo engulló,
destellos astillados de silencios
y algo de lágrima
en cada desconchón de las estancias, y
hasta una vieja azada
conserva el rastro de las manos
que imploran un calor de acogida
para dejar de ser un trasto inútil.
Todo sabe a renuncia. Todo huele a memoria.
Todo es sinsentido sintiendo la muerte de los días.
Allá, un poco más allá, tiembla en la alberca
la luz que emborracha y revienta toda la amanecida
en el verdor del trigo,
ese mar esmeralda
que surcan golondrinas con sus velas al viento,
ese mar que detiene su corazón de sol
en los cuerpos dorados
que giran, giran fieles a su destino
en la planicie de los girasoles.
Algo, alguien, vela la luz
y las sombras realzan
la plata en los olivos centenarios,
puñales seductores
que trocean el tiempo en los labios del aire.
Se pierde la mirada,
se consumen los sueños,
va llegando el ocaso,
el cierzo trae músicas de nana fría
y la noche se duerme vigilada de estrellas.
Poemari POEMAS. OmniaBooks,2022.
Lirisme a flor de pell...
ResponEliminaMoltes gràcies, Víctor!!!!!
EliminaBonic!
ResponEliminaMoltes gràcies, terrassistes!!!!!
EliminaFelicitats, guapíssima!!!!!
ResponEliminaMoltes gràcies, guapíssim!!!!!
EliminaMaco!
ResponEliminaMoltes gràcies, Tània!!!!!
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