Alguna vez fue mundo,
mi mirada sin ver
estrenando la vida.
Nada es igual que entonces.
Nunca sabré por qué
la claridad que inunda
errante mi destino
de confusión y olvido
me ha devuelto
a un paisaje
-eslabón oxidado-
donde el tiempo detuvo
jirones de inocencia.
Nada es igual que entonces,
ni el viento en las ruinas
vencidas de abandono,
ni el temblor de aquel árbol
que interroga al azul
su vida vulnerable.
El silencio transita
la claridad del agua
que vibra en desamparo
sobre las piedras muertas
y este río en el alma
como un signo sostiene
todo mi yo perdido
toda mi piel recuerdo
desandando una luz
de bronce incandescente
donde el amor es hoy
un lecho de cenizas.
Todo lo poseído fue
en cada labio vida,
un signo de promesa
frente a un mar inquietante
con conjuro de sal
y mil rosas de agua
cubriendo nuestro cuerpo.
Más tarde
la distancia y el humo
era fruto de espera,
era voz en las noches,
un sonido perfecto
que llenaba los huecos
vacíos de la ausencia
mientras iba muriendo
sin saber
que el ahora es el día
mejor de nuestra vida,
hondura del momento
herida y gozo
del préstamo del tiempo.
Del poemario POEMAS, 2022, OmniaBooks.
Introspecció...
ResponEliminaMoltes gràcies, Víctor!!!!!
EliminaBonic!
ResponEliminaMoltes gràcies, terrassistes!!!!!
EliminaFelicitats, guapíssima!!!!!
ResponEliminaMoltes gràcies, guapíssim!!!!!
EliminaEnhorabona!
ResponEliminaMoltes gràcies, Tània!!!!!
EliminaMaco!
ResponEliminaMoltes gràcies, Alícia!!!!!
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